
Un lonko mapuche en medio de líderes mundiales por la defensa del mar
Por Raigan Nawel
Niza, Francia — La brisa mediterránea sopla con el peso simbólico de los océanos del mundo. En esta ciudad costera, cuna de arte y diplomacia, comenzó este lunes 9 de junio la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3). Entre ministros, presidentes y especialistas en ciencia marina, una figura distinta ha hecho sentir su presencia con fuerza: Daniel Caniullán, Lonko de la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche sostenedor y mandante de la organización agroalimentaria Küme Ülmen.
Caniullán llega desde Guaitecas, tras la negativa del Estado chileno a reconocer la solicitud mapuche para proteger más de 6 mil hectáreas de fiordos y canales en Aysén. La herida sigue abierta, pero el viaje ahora lo ubica en un espacio donde las decisiones pueden cambiar el curso del mundo marino.
“Venimos a decir lo que muchos callan: que la soberanía del mar no puede seguir en manos de quienes lo han saqueado”, afirma el Lonko con firmeza. “Proponemos una gobernanza basada en el respeto a la Ñuke Mapu, no en la rentabilidad de las transnacionales”.
Basura, pruebas nucleares y minería submarina
Mientras las conferencias abundan en frases sobre “crecimiento azul” y “sostenibilidad oceánica”, las estadísticas revelan una verdad cruda. En pleno siglo XXI, los océanos están plagados de islas de plástico, residuos químicos y daños irreversibles producto de pruebas nucleares submarinas. Sólo Estados Unidos realizó más de 1.054 ensayos atómicos, con un costo superior a 100 mil millones de euros y un daño ambiental aún incalculable.
Pero el presente no es menos peligroso. Hoy la ambición se hunde aún más profundo: la minería de fondos marinos, impulsada por Europa y otras potencias, busca extraer cobalto, níquel, zinc y cobre desde las entrañas del océano. Según la Comisión Europea, “está extracción garantiza el abastecimiento estratégico”, aunque ello implique destruir ecosistemas que ni siquiera hemos alcanzado a conocer.
territorio marino bajo asedio
En el caso del Wallmapu marino—, la amenaza se concreta con otros nombres: salmoneras, pesca de arrastre y fondos de inversión internacionales. A juicio de Caniullán, estas actividades no solo contaminan el agua y degradan los ecosistemas, sino que también corrompen la política y quiebran la soberanía territorial.
“Las salmoneras llegan amparadas por un sistema permisivo. Se apropian de todo: instituciones, territorios y hasta organizaciones locales. Cuando pedimos protección real, nos cierran la puerta con desprecio”, denuncia el Lonko.
El caso de Las Guaitecas y los fiordos de Aysén es dramático: “Las áreas de pesca se reducen año a año. Las aguas están saturadas de antibióticos, alimento no consumido y desechos industriales. Todo, mientras los bancos europeos como Rabobank, dicen exigir estándares ambientales a las compañías y empresas que financian”, agrega Caniullán.
justicia oceánica con raíces ancestrales
Frente al modelo extractivista, la propuesta mapuche no habla de “utilizar mejor los recursos”, sino de relacionarse con el mar como un ser vivo. Para el mundo mapuche, el océano no es una fuente de explotación sino una extensión sagrada de la Ñuke Mapu —la Madre Tierra.
“No vinimos a decorar con plumas un evento técnico. Venimos a proponer una transición real: que se devuelvan los territorios, se redirija los fondos públicos hacia la restauración, y se expulsen las industrias que lucran con la muerte de nuestros ecosistemas”, sentencia el Lonko.
La presencia mapuche en la UNOC3 no es un hecho aislado. También la Red de Mujeres Originarias por la Defensa del Mar ha dicho presente, dejando claro que “las políticas oceánicas deben construirse con nosotras, no sobre nosotras”.
Mientras los mandatarios hablan de “innovación azul” y “crecimiento sostenible”, las mujeres mapuche insisten en conceptos como resguardo espiritual, soberanía alimentaria y justicia ambiental.
Un océano no se protege sin cambiar el paradigma
El océano clama por soluciones que no repitan los errores del pasado. La presencia de un Lonko en este foro global no es un gesto folclórico: es un acto político. Un llamado a entender que sin justicia para los pueblos originarios, no habrá futuro posible para los mares.
Desde las aguas profundas del Wallmapu, donde la sabiduría ancestral todavía guía el andar, llega una advertencia: proteger los océanos no es solo una tarea científica, es también un deber espiritual, político y cultural.