
Por Raigan Nawel
Un ataque a la espiritualidad mapuche y a las defensoras del río sagrado
El lunes 12 de mayo, la violencia del Estado chileno se manifestó una vez más en territorio mapuche. En plena ruta 5 Sur, a la altura de Perquenco —unos 42 kilómetros al norte de Temuco—, un operativo policial digno de una emboscada militar terminó con la detención arbitraria de Jaime Uribe Montiel, esposo de la Machi Millaray Huichalaf, guía espiritual del territorio de Pilmaiquén, reconocida por su incansable defensa del río y la vida.
Lo que ocurrió no fue un simple procedimiento. Fue un acto de secuestro con connotación política y espiritual, perpetrado por Carabineros de Chile, que tras una persecución de varios kilómetros, interceptaron violentamente la camioneta en que se desplazaba la familia. Sin orden judicial alguna, redujeron a Uribe Montiel, se lo llevaron sin explicar su destino, y dejaron abandonados en la ruta a la Machi y a sus hijos menores, expuestos, vulnerables, desprotegidos.
El acto fue registrado por la propia Machi y difundido como testimonio vivo de la impunidad con que actúan las fuerzas represivas en Wallmapu. ¿Cómo se explica la detención de un padre de familia sin causa visible, en presencia de menores, sin informar a su compañera ni respetar su condición de guía? Esto no es solo violencia policial. Es una señal: el Estado chileno vuelve a atacar el corazón espiritual del pueblo mapuche.
Persecución por defender el río Pilmaiquén
Este operativo no es aislado. Forma parte de una estrategia de amedrentamiento y castigo contra quienes defienden el territorio frente a megaproyectos extractivistas. La Machi Millaray ha encabezado desde hace más de una década la resistencia al proyecto hidroeléctrico que la empresa estatal noruega Statkraft construye en el río Pilmaiquén. Una central que, a pesar de estar ya levantada, no ha podido entrar en operaciones debido a la férrea oposición del Aylla Rewe, organización ancestral que reúne a más de 150 comunidades mapuche williche.
Hace solo días, también fue detenido de forma violenta Felipe Trunci, otro integrante del Rewe. Las señales son claras: se busca debilitar la resistencia mapuche mediante la persecución y la criminalización.
Ni Statkraft ni el Estado chileno han cumplido con el Convenio 169 de la OIT, que exige una consulta libre, previa e informada. Tampoco han reconocido los estudios que demuestran el grave impacto ambiental y cultural que este proyecto implica. Los territorios que buscan inundar son lugares sagrados, donde florecen especies endémicas amenazadas, se hallan restos arqueológicos ancestrales y donde miles peregrinan año tras año para conectarse con la Ñuke Mapu.
Complicidad internacional: Chile y Noruega
Lo que se vive en Pilmaiquén es una colusión entre Estados para saquear el territorio mapuche. El gobierno de Noruega, mientras se llena la boca en foros internacionales con discursos sobre derechos humanos y sostenibilidad, financia un proyecto en territorio sin consentimiento, avalando la violencia que Chile ejerce contra un pueblo milenario.
Este doble estándar no puede continuar. La comunidad internacional debe dejar de mirar hacia otro lado. Ya no basta con declaraciones simbólicas. Si sienten la injusticia, deben condenar al Estado chileno por la ocupación, el racismo estructural, y por violentar a autoridades ancestrales que no han hecho otra cosa que defender el agua, el bosque, la vida.
A la Nación Mapuche: no es solo una detención
La detención de un miembro de la familia de una Machi en plena ruta es una afrenta directa a nuestro sistema espiritual, territorial y productivo. No podemos permitir que este tipo de procedimientos se normalicen. Se está enviando un mensaje claro: se pretende negar la existencia de una cultura viva que protege las riquezas de Wallmapu y propone un modelo de vida distinto al del saqueo.