
Más de 4 mil hectáreas consumidas en Ñuble, Biobío, Los Ríos y La Araucanía. La tierra habla, pero el poder establecido no escucha.
Los incendios forestales avanzan sin control, mostrando una vez más las grietas profundas del modelo extractivista impuesto sobre territorios que no han sido respetados ni comprendidos. Seis comunas siguen bajo alerta roja: Gorbea, Padre Las Casas, Trehuaco, Galvarino y Mulchén, Futrono suman ya más de 4.000 hectáreas arrasadas.
El fuego: destrucción y recomposición desde la mirada mapuche
En Traiguén, 1.000 hectáreas fueron consumidas en el sector de Providencia. En Chufquén, otras 190 hectáreas quedaron dañadas. La respuesta del Estado: albergues, Junaeb y carabineros heridos. La respuesta de la tierra: fuego para limpiar, transformar y recomponer.
Desde el norte del Wallmapu, nuestros peñi ven el fuego como una advertencia negativa. En el sur, lo entendemos como una herramienta ancestral que muestra que hay ciclos que terminar, que es tiempo de comenzar de nuevo.
El origen de estos incendios no es solo natural. Según vecinos, el fuego se inició tras quemas de rastrojos autorizadas el 21 de marzo por el Comité Regional de Riesgo y Desastres, liderado por el delegado presidencial, y acordadas entre el Estado y el sector privado (SOFO, Asociación Gremial de Malleco y Agricultores Unidos de Chile). Todo esto bajo la promesa de «prosperidad y paz para la región» informa El Ciudadano.
Nuevamente Wallmapu en llamas
Afectando a personas, flora, fauna y medio ambiente. Esto no es casualidad, es el resultado de acuerdos irresponsables entre el sistema público chileno y los privados con los que acuerda medidas, sin considerar las condiciones climáticas adversas pronosticadas. El Estado y los gremios agrícolas deben asumir su responsabilidad, tomar medidas urgentes y abrir un nuevo acuerdo que, esta vez, considere la voz de los territorios. Además, se requieren sanciones por esta negligencia. El mundo agrícola debe dejar atrás las quemas y buscar alternativas sustentables, acordes al riesgo que hoy vivimos en la Araucanía», afirma el werken del Parlamento de Autoridades Ancestrales, Kuifike Lonko Gvlmen Ñi Nutram, Luis Levi Aninao, ingeniero ambiental.
Con 41 incendios en combate solo en La Araucanía y más de 41.000 hectáreas siniestradas en esta temporada, el fracaso de la gestión estatal y de los gremios es evidente. El Wallmapu no es un territorio para experimentar acuerdos políticos y económicos sin conciencia territorial.
Recuperar y administrar: la única respuesta real
Para el pueblo mapuche, el fuego es también un aviso: el modelo extractivista, monocultivador y depredador no funciona. El territorio debe ser recuperado y administrado según nuestras propias formas, con respeto a los ciclos de la naturaleza y a la biodiversidad.
Hoy, el fuego muestra que no es la tierra la que ataca. Es la tierra la que habla. Y solo quienes escuchamos sus mensajes ancestrales sabemos que es momento de recomponerse.
Por Huenumil Caniqueo