
Sin pruebas, los gobiernos de Chile y Argentina culpan a la nación mapuche mientras las verdaderas causas de los incendios quedan en la impunidad.
Wallmapu arde nuevamente. Como cada año, los megaincendios afectan amplias extensiones de territorio en Ngulumapu (Chile) y Puelmapu (Argentina), arrasando ecosistemas, comunidades y economías locales. Sin embargo, en lugar de abordar las causas estructurales del desastre —la expansión de monocultivos forestales, el acaparamiento de tierras y la degradación ambiental—, los gobiernos de ambos Estados ocupantes repiten un libreto ya conocido: culpar a la nación mapuche.
Desde las organizaciones tradicionales del gobierno mapuche se ha condenado la irresponsabilidad de estas acusaciones, que no hacen más que evidenciar la visión colonial y racializada con la que Chile y Argentina abordan su histórica relación con Wallmapu. Mientras tanto, las compañías forestales y otros intereses económicos operan con total impunidad, contribuyendo a la crisis ecológica y social que afecta a todas las formas de vida en el territorio.
Los incendios: una tragedia ecológica y cultural
Los incendios forestales tienen un impacto devastador en los ecosistemas, la biodiversidad y las comunidades que habitan estos territorios. Si bien pueden tener causas naturales, como rayos, en Wallmapu la realidad es distinta: los focos surgen en su mayoría en zonas de monocultivos forestales, donde el modelo extractivista ha transformado bosques nativos en plantaciones de pino y eucalipto, especies altamente inflamables.
En Puelmapu, por otro lado, el alto flujo de turistas en parques nacionales aumenta el riesgo de incendios por negligencia humana. En ambos casos, la falta de políticas de prevención y una planificación territorial basada en la protección del entorno agravan el problema. La Corporación Küme Ülmen, cuyos equipos técnicos trabajan en propuestas de ordenamiento territorial, ha advertido reiteradamente sobre esta situación y la necesidad de un cambio de modelo productivo en la región.
Chile: el discurso incendiario del gobierno
Desde La Moneda, la ministra del Interior, Carolina Tohá, fue la encargada de repetir el discurso oficial:
«Sabemos por las características que han tenido los incendios, y también por ciertos elementos que se han encontrado, que ha habido intencionalidad… Ahora, ¿qué hay detrás de esa intencionalidad? Eso lo tiene que determinar la investigación. A veces, en esa zona en especial, está ligada a causas de disputas por tierra», declaró.
Estas declaraciones, lejos de aportar claridad, refuerzan el intento de instalar la idea de que las reivindicaciones territoriales del pueblo mapuche estarían vinculadas a los incendios, pese a la ausencia de pruebas.
El gobernador regional de La Araucanía, René Saffirio, calificó de irresponsables estas afirmaciones:
«Es una irresponsabilidad atribuir a determinados grupos o personas la autoría.»
Mientras tanto, el desastre sigue su curso y las grandes empresas forestales, verdaderas responsables de la crisis ambiental en Wallmapu, continúan operando con total impunidad.
Argentina: un guion calcado
Al otro lado de la cordillera, el gobierno argentino siguió la misma línea de acusaciones. La funcionaria del gobierno de Neuquén, Ortiz Luna, declaró:
«Grupos de las comunidades o infiltrados están generando muchísima violencia… ya habían amenazado a nuestros brigadistas con cuchillos… organizaron una emboscada para secuestrar los vehículos.»
Sin embargo, la Confederación Mapuche de Neuquén desmintió estas acusaciones, señalando que las comunidades han tenido un rol altamente cooperativo en el combate al fuego, ya que viven en los territorios afectados.
«En medio de semejante tragedia que viven las comunidades, ¿qué aporta este agravio de la funcionaria? Sin pruebas, sin nombres, solo para distraer la atención ante la escasa reacción que han tenido frente a un drama que era sabido que iba a suceder y donde reaccionaron cinco días después.»
Desde la organización también han advertido sobre el desmantelamiento del Servicio Nacional de Manejo del Fuego en Argentina, que pasó de depender del Ministerio de Ambiente al de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich. En lugar de activar sistemas de alerta temprana y fortalecer el combate a los incendios, el gobierno ha optado por reducir el personal científico y de defensa civil, precarizando sus condiciones laborales y amenazándolos con despidos.
¿Qué hay detrás de estas acusaciones?
Los incendios forestales en Wallmapu no son un problema nuevo, pero su abordaje sigue centrado en la criminalización de la nación mapuche en lugar de en las causas estructurales del desastre. Mientras los gobiernos de Chile y Argentina buscan instalar teorías conspirativas sin pruebas, los verdaderos responsables —las compañías forestales y el modelo extractivista— siguen usufructuando con la destrucción del territorio.
La solución no está en la militarización ni en la persecución, sino en un cambio de paradigma. Como señalan las organizaciones tradicionales del gobierno mapuche:
«Es necesario recuperar o repensar algunas claves para poder enfrentar estos megaincendios del Antropoceno o el Capitaloceno: información y capacitación, solidaridad y empatía ambiental a gran escala. Lo que necesitamos no son más acusaciones infundadas, sino decisiones políticas que enfrenten el problema de raíz.» advierten
Por Raigan Nawel