Por Raigan Nawel
El pasado viernes 24 de enero de 2024, cerca del mediodía, una comitiva de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) ingresó al territorio del Lonko Alfredo Caniullan en Toltén, allanando viviendas con el argumento de buscar armas, drogas y madera robada. Este acto tuvo lugar pocos días después de conmemorarse el Tratado de Tapihue, un documento vigente firmado entre la Nación Mapuche y Chile el 7 de enero de 1825, con el propósito de garantizar la paz y el comercio entre ambas naciones.
De acuerdo con los testimonios de los afectados, la PDI irrumpió en el territorio con tanquetas, pertrechos y personal armado con ametralladoras. Registraron las pertenencias de las familias, encañonaron a los moradores y confiscaron bienes, entre ellos, una camioneta de trabajo perteneciente al werken Jorge Caniullan.
Alfredo Caniullan, máxima autoridad mapuche en la jurisdicción denunció públicamente el allanamiento y llamó al gobierno chileno a cambiar su manera de relacionarse con el pueblo mapuche. “El pueblo mapuche ha sido un aliado histórico de Chile. Ayudamos en su independencia, compartimos tierras y alimentos, y firmamos el Tratado de Tapihue para convivir en paz. Sin embargo, este gobierno insiste en ignorar nuestra historia y continuar con políticas de violencia e imposición”, expresó el lonko.
La porfiadez de Chile
Tras los hechos, Alfredo Caniullan miembro activo del parlamento de autoridades mapuche, Pu Kuifike Lonko Gvlmen ñi Nutram, aborda la situación. Allí relató: “vengo a decir mi verdad, El 24 de enero de 2025, la policía chilena invadió nuestras casas con tanquetas y más de 50 policías apuntando incluso a mi nieta. Esto ocurrió pocos días después de conmemorar el Tratado de Tapihue, un pacto que buscaba una relación civilizada entre nuestras naciones”.
El lonko criticó la postura del gobierno chileno que, en lugar de respetar los acuerdos históricos, ha optado por imponer su política y negar la existencia de la Nación Mapuche. “Han creado una Comisión de Paz y Entendimiento que no incluye a la autoridad nacional mapuche, no respeta nuestras creencias, nuestro idioma ni formas de gobernarnos. Insisten en conversar entre ellos, excluyéndonos. Así no se podrá resolver el conflicto de manera civilizada”, puntualizó Caniullan.
Educación: instrumento del negacionismo
El lonko también denunció el rol de las instituciones educativas chilenas en perpetuar el conflicto: “El estado chileno no enseña su verdadera historia ni permite que los mapuche aprendan la nuestra. Sus escuelas, instaladas en nuestros territorios, difunden un imaginario favorable sólo a ellos, negando nuestra existencia, debilitando nuestra lengua y cultura, e imponiendo su forma de gobernar”.
Caniullan sostuvo que estas acciones buscan amedrentar al pueblo mapuche y someterlo. “El allanamiento a mis familias es una amenaza directa. Sin embargo, nosotros tenemos nuestros propios sistemas de orden y gobernanza, y exigimos una respuesta del gobierno que explique quién ordenó este operativo y bajo qué fundamentos”, declaró.
“Ocúpese de sus fronteras, no de generar conflictos”
En medio de la indignación, el werken Jorge Caniullan denunció que, durante el operativo, su camioneta fue incautada y su casa destruida. “Yo andaba cuidando mis animales cuando mi sobrina me llamó para decirme que una tropa de asesinos había llegado a mi casa. Cuando volví, encontré todo destruido: los muebles, la ropa, la cama. Incluso se llevaron mis remedios, y estoy en tratamiento médico. Al presidente Boric le digo: cuide sus fronteras y ordene su tierra. Deje de generar conflictos con nosotros, los mapuche”.
Por su parte, el lonko Antonio Painen, del territorio del Budi, respaldó a Alfredo Caniullan y señaló: “Chile vive un mal vivir permanente. Sus gobiernos son desordenados y han creado inmundicias en nuestro territorio. No estamos atormentando a los chilenos que viven aquí, solo defendemos lo que es nuestro. Es hora de que reconozcan los delitos que están cometiendo contra nosotros”.
Un pueblo hospitalario
A pesar del dolor y la rabia, el lonko Alfredo Caniullan reafirmó que el pueblo mapuche es hospitalario por naturaleza. “No somos abusivos. Hemos ayudado a los pobres, incluso a los chilenos, a progresar. Pero sus gobiernos han distorsionado la historia para dominar y domesticar. Es nuestra responsabilidad educar a nuestros hijos y nietos para que comprendan y enfrenten los avasallamientos de Chile. Nuestra fuerza está en nuestro kimün (sabiduría) y en el Itrofillmogen (diversidad de la vida)”, concluyó.
Al cierre de esta edición, se informa que la l’amuen Francisca Currihuinca, de 60 años, permanece detenida. La comunidad exige su liberación inmediata y el cese de las acciones de hostigamiento por parte del estado chileno.