Con la llegada de la cuarta estación, Walung (verano), la nación mapuche demuestra una vez más que su existencia no solo es tangible, sino profundamente arraigada en la memoria histórica y la cosmovisión milenaria de los pueblos que componen la nación. A pesar de las constantes campañas de negación, desinformación y despojo, el pueblo mapuche reafirma su presencia y lucha por la autonomía en las tierras que comprenden el Wallmapu, ocupadas por los estados de Chile y Argentina.
La reciente declaración de la Autoridad Nacional Ancestral de proteger la unidad productiva de El Huite, en Paillako, ha evidenciado las prácticas sistemáticas de acaparamiento de tierras, corrupción judicial y racismo institucional. Este caso deja al descubierto los intereses financieros y empresariales que buscan perpetuar la explotación del territorio mapuche en beneficio de grandes corporaciones, mientras intentan desacreditar la legitimidad de las reivindicaciones territoriales.
El acaparamiento de tierras: una estrategia de despojo
Desde la crisis financiera de 2008, el fenómeno del land grabbing (acaparamiento de tierras) ha sido una herramienta clave del sistema financiero global para controlar recursos estratégicos. En Wallmapu, esta práctica ha sido llevada a cabo por fondos de inversión como LarrainVial y Bancard, perteneciente a la familia Piñera.
Estas instituciones adquieren tierras a precios irrisorios, comprando deudas y revendiendo los terrenos a precios inflados. Sus operaciones incluyen la promoción del monocultivo, la ganadería intensiva, la explotación maderera y proyectos de turismo «eco-friendly», todos diseñados para mantener el control sobre las riquezas del territorio, perpetuando la desigualdad y despojando a las comunidades mapuche de los recursos y riquezas que ofrece la ñuke mapu.
Riquezas milenarias mapuche
A pesar de las constantes campañas para invisibilizar a la nación mapuche, los propios Ngen Mapu (espíritus de la tierra) parecen intervenir, revelando evidencias arqueológicas, históricas y culturales que demuestran la riqueza de este pueblo. Cada hallazgo refuerza la conexión ancestral con el territorio y desafía la arrogancia de quienes niegan la existencia de Wallmapu.
- Patrimonio arqueológico: Los descubrimientos en Monte Verde y Pilauco, que datan de más de 14,000 años, y el reciente hallazgo del calendario solar Antükura en Bahía Coique (siglo XII) confirman la sofisticación y la antigüedad de la civilización mapuche.
- Reconocimiento cultural: Elementos como el merkén, reconocido internacionalmente como uno de los mejores condimentos del mundo, o las descripciones históricas de alimentos tradicionales como las papas fritas, también refuerzan la relevancia de la cultura mapuche en la gastronomía global.
La lucha por la autonomía y la soberanía
El verano mapuche no solo es un tiempo de agradecimiento y solicitud a los Ngen Mapu, sino también un período de acción y resistencia. En los Nguillatunes y trawün, las comunidades renuevan su compromiso con la defensa de la Ñuke Mapu (Madre Tierra), buscando un equilibrio justo en el uso de sus riquezas y fortaleciendo las instituciones ancestrales como camino hacia la soberanía.
Las campañas de negación, como la creación de la ONG «Campo Seguro» por parte de gremios asociados al latifundio y las transnacionales, intentan desacreditar la lucha mapuche. Sin embargo, estos esfuerzos chocan con la realidad: el pueblo mapuche no solo existe, sino que avanza hacia la reconstrucción de sus estructuras políticas y sociales, demostrando que no se someterán a un sistema que perpetúa la injusticia.
Un futuro con memoria y dignidad
La resistencia mapuche no es solo una respuesta a los intentos de invisibilización, sino una reafirmación de derecho inalienable a existir como nación con identidad, cultura y territorio. Desde los hallazgos arqueológicos hasta los actos de reconstrucción institucional, el pueblo mapuche envía un mensaje claro: no hipotecarán su futuro ni permitirán que las nuevas generaciones crezcan en un Wallmapu despojado de memoria y dignidad.
La lucha continúa, no solo por la autonomía territorial, sino por la preservación de una herencia cultural que ha resistido siglos de opresión. La nación mapuche sigue de pie, enfrentando las adversidades con la fuerza de su historia y el apoyo de sus ancestros.
Por Raigan Nawel