En las tierras ancestrales de Wallmapu, un hallazgo arqueológico destaca no solo por su valor histórico y cultural, sino también por las preguntas que suscita sobre la apropiación del patrimonio mapuche. El sitio Antükura, ubicado en Bahía Coique (Lago Ranco – Fütawillimapu), alberga el único calendario solar lítico (estudio relativo a la piedra) documentado en territorio mapuche. Sin embargo, su estudio y documentación han sido realizados bajo la tutela de instituciones estatales chilenas, lo que subraya una compleja dinámica de tensión cultural y apropiación arqueológica. el sitio exacto está dentro de los campos que controla Agrícola y Ganadera Los Corrales S.A de propiedad de Bancard, prinicipal fondo de inversión de propiedad de la Familia del Extinto ex presidente de Chile, Sebastian Piñera.
El reciente estudio realizado por un equipo multidisciplinario de la Universidad Austral de Chile (UACh), liderado por el destacado académico Rodrigo Moulian, fue publicado en la revista Arqueología Iberoamericana. Este trabajo aborda las observaciones del calendario solar. Si bien se valora el esfuerzo científico del equipo y la información recopilada sobre el recorrido milenario de la sabiduría mapuche, el hecho de que el estudio esté bajo dominio del Estado chileno plantea un riesgo. Instituciones de dicho país terminan beneficiándose con documentos y registros, poniendo en peligro la pertenencia histórica de esta nación ancestral.
Piedra del Sol
Antükura, que significa «piedra sol» en el idioma milenario mapuche, es un monumento único que revela una sofisticada comprensión del tiempo y el espacio en la cultura mapuche. Este bloque de piedra, esculpido por manos humanas, funciona tanto como un calendario solar como un espacio ritual. Durante los solsticios, el sol proyecta su luz sobre puntos específicos de la piedra, marcando los cambios estacionales de manera precisa. Además, el sitio incluye piedras tacitas, una plataforma observatoria llamada Tripayantü (“salida del sol”) y un menoko o humedal sagrado, que reflejan la interconexión entre astronomía, ritualidad y naturaleza en la cosmovisión mapuche, según el documento presentado a la revista.
Las investigaciones en Antükura datan el uso del sitio entre 1210 y 1525 d.C., anterior a la influencia incaica en la región. A través de técnicas avanzadas como la termoluminiscencia y el radiocarbono, los investigadores han podido determinar la antigüedad de los fragmentos cerámicos y otros materiales hallados. Estos estudios también revelan conexiones interculturales con tradiciones andinas, sugiriendo una rica red de intercambio y adaptación cultural en la época prehispánica.
Custodiar los hallazgos
Este avance también plantea preguntas fundamentales: ¿Quién debe custodiar y beneficiarse de estos hallazgos? La investigación fue liderada por instituciones chilenas, lo que implica que los beneficios simbólicos, académicos y económicos asociados al estudio de Antükura se canalizan fuera de las comunidades mapuche, las verdaderas herederas de este legado. Para el pueblo mapuche, la tierra y su patrimonio no son meros recursos explotables, sino parte integral de su identidad y espiritualidad. Que estos descubrimientos sean documentados y divulgados sin su liderazgo representa una forma de despojo cultural que perpetúa la desigualdad histórica entre la nación mapuche y el Estado chileno.
Gestión patrimonial autónoma
El caso de Antükura es un llamado a reflexionar sobre la necesidad de integrar la perspectiva mapuche en la gestión de su patrimonio. Aunque el trabajo de investigación merece reconocimiento por su rigor y contribución al conocimiento arqueológico, es crucial que estos estudios se realicen en colaboración equitativa con las comunidades originarias. Solo así se podrá garantizar que los hallazgos arqueológicos no sean otra forma de expropiación, sino un paso hacia la reparación y el reconocimiento de la riqueza cultural en Wallmapu.
El valor del sitio Antükura va más allá de su antigüedad o su singularidad arquitectónica. Es un recordatorio tangible de la sabiduría ancestral mapuche, una herencia que aún vive en su lengua, sus rituales y su relación con la naturaleza. Preservar y respetar esta riqueza cultural no solo es un deber histórico, sino una oportunidad para construir una sociedad más justa y plural. Wallmapu y sus secretos merecen ser protegidos y valorados desde la mirada de quienes han habitado y protegido estas tierras durante siglos. Esta tarea deberá ser asumida por la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche (lonko, ngenpin, entre otros), que a través del trawün deberá representar y salvaguardar la soberanía nacional y territorial mapuche. Esto incluye la arqueología, evitando la apropiación del conocimiento y buscando caminos para transmitirlo desde sus propias instituciones.
Por Raigan Nawel