En una significativa ceremonia realizada ayer sábado 30 de noviembre, en el sector de Molulco (comuna de Quellón, Chiloé) se realizó la investidura del longko de la comundad Koiwin de Compu, Pablo Inaicheo Guenteo.
La comunidad Koiwin está ubicada en la localidad de Compu, al sur de la Buta Wapi Chilwe (Isla grande de Chiloé), es una de las comunidades más grandes y numerosas con cerca de 600 familias, el territorio de la comunidad tiene una extensión de 12.500 hectáreas y es utilizado para labores agrícolas, ganaderas y silvícolas.
Pablo Inaicheo Guenteo de 51 años, es técnico agrícola de profesión formado en el recordado Instituto de Educación Rural (IER), es padre de familia y miembro de un núcleo compuesto por cinco hermanos(as), de los cuales el longko Pablo Inaicheo es el menor de los tres hermanos.
Desciende de una de las familias históricas y más importantes del liderazgo mapuche williche en Chiloé, como fue el cacique Miguel Inaicheo, defensor de las tierras mapuche williche del archipiélago, las cuales fueron reconocidas y entregadas por la corona española a través de títulos de propiedad comunitaria denominados “Potreros Realengos” a las comunidades mapuche williche del territorio en 1823, y además está emparentado con el querido y recordado Longko José Santos Lincoman Inaicheo.
Ceremonia de investidura
La actividad de investidura del Longko Pablo Inaicheo comenzó temprano, antes de que salieran los primeros rayos de sol, se realizó una ceremonia, la cual fue encabezada por el Maestro de Paz, Juan Millalonco.
Al acto de investidura asistieron autoridades mapuche williche de la provincia de Osorno, dirigencia y autoridades mapuche williche de Chiloé, directoras/es de las Escuelas de Molulco y Compu (comuna de Quellón), el alcalde electo de dicha comuna, don Claudio Barudy, delegado Presidencial Provincial Marcelo Malagueño, ex-presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncon y representante de CONADI.
Junto con agradecer la presencia de cada uno de las/os asistentes, el longko Pablo Inaicheo hizo “un llamado a las autoridades a trabajar mancomunadamente con nosotros y, asimismo, en nuestro rol como autoridades ancestrales y territorios trabajar para conservar y preservar los recursos naturales que tiene la provincia para las generaciones que vengan, hasta que el mundo sea”.
“De pronto no son gratas las conversaciones con las autoridades de gobierno, pero es necesario dialogar y buscar acuerdos. Nos preocupan mucho las problemáticas socioambientales y nuestro afán es buscar el bienestar para las generaciones que vendrán dejándoles un mundo libre de contaminación, trabajando en unidad con el resto de las comunidades del archipiélago para estrechar lazos y fortalecer los aspectos culturales que tiene nuestro pueblo”, expresó Inaicheo.
En entrevista con Mapuexpress, Luis Pailapichun, Apo Ulmen de la jurisdicción de Cuinco (provincia de Osorno) quien también estuvo presente en la ceremonia de investidura señaló: “Hemos traído los saludos de los Apo Ulmen de la Fütawillimapu de la provincia de Osorno y desearle todo el newen y compromiso que asume nuestra autoridad mapunche Pablo Inaicheo. Los Apo Ulmen de Osorno tenemos una relación histórica con los longkos de Chiloé y estamos acá, porque los lazos de alianza estratégica son muy necesarios en estos tiempos en los cuales nuestros territorios tienen muchas amenazas a causa del extractivismo que genera múltiples impactos sobre nuestro küme mongen (buen vivir), por ende, se requiere unirnos para afirmar el compromiso de defensa de la madre tierra”.
Otro de los asistentes fue Jorge Huenuman, cacique de la comunidad Huentemo, ubicada en Cucao, costa pacifico de la Buta Wapi Chilwe «me siento contento por la investidura de Pablo Inaicheo, lo conozco hace muchos años y creó que será un buen líder, un hombre dado a la defensa de los pueblos originarios, por lo mismo tengo el anhelo de aunar esfuerzos para la defensa del territorio».
Cecilia Parra Millan, vicepresidenta de la comunidad de Koiwin de Compu manifestó su alegría por la ascensión del longko Inaicheo, agregó que «para nosotros -como comunidad- es un hito relevante, hace tres años estábamos esperando este momento de retomar la senda de lo que fueron los antiguos longkos como fue José Santos Lincoman Inaicheo, quien fue un defensor de las tierras mapuche williche de Chiloé, posterior al periodo de anexión de nuestro archipiélago a la república de Chile».
La dirigente agregó que «Como comunidad nos toca asumir temas contingentes referentes al proyecto de ley que busca reconocer a los williche de Chiloé como nuevo pueblo originario. Nuestra postura frente a eso es que somos parte del pueblo mapuche, nosotros no queremos un reconocimiento de pueblo si ya pertenecemos al pueblo mapuche williche, no estamos reclamando ningún reconocimiento de pueblo y hoy en día estamos muy conscientes de lo que están realizando un grupo de personas que no nos representan y que han tomado el nombre de nuestras comunidades sin consultarnos».
Historia de despojo de las tierras williche de Chiloé
La historia de la comunidad Koiwin está estrechamente ligada al despojo territorial que afectó a las familias mapuche williche de Chiloé cuando posterior a la firma del Tratado de Tantauco, entre autoridades chilenas y españolas en 1826, Chiloé es anexado a la república de Chile, dicho tratado reconoció la propiedad de las tierras mapuche williche de Chiloé (reconocidas por la corona española), en su artículo 7°, establece que serán inviolablemente respetados «los bienes y propiedades de todos los habitantes que se hallan actualmente en la provincia», entre ellos -por lo tanto- los bienes y las propiedades que habían sido reconocidas hace tres años en dominio a las familias williche.
Según señala el historiador Martin Correa en su libro “La historia del Despojo”, Dicha voluntad de reconocimiento “fue reafirmada y complementada en el articulado de la legislación chilena a través de la Ley Freire, dictada en el año 1823 y aplicada en Chiloé en el año 1829”, que ordena explícitamente «que lo actual poseído según ley por los indígenas se declare en perpetua y segura propiedad», lo que incluía, por cierto, los Potreros huilliche.
Sin embargo, a pesar de la legislación dictada el despojo territorial williche se hace oficial en 1900, cuando “el Estado chileno realiza un catastro y mensura de las propiedades en el archipiélago de Chiloé, proceso que se caracterizó por inscribir a nombre del fisco chileno el extenso territorio insular y ordenando que sólo se reconocería el dominio particular de aquellos espacios respecto de los cuales se presentarán títulos de dominio válidamente inscritos ante el Conservador de Bienes Raíces respectivo, es decir, de la ciudad de Castro, donde efectivamente se resguardaban los títulos huilliche, y se documentará la posesión material de los mismos”.
«Podría pensarse que, al estar los Potrero Realengos debidamente inscritos y vigentes, además de estar respaldados por el Tratado de Tantauco y por la Ley Freire, y por vivir en los extensos territorios reconocidos en dominio, las familias huilliche no tendrían forma de perder sus derechos territoriales. Sin embargo, ya sea por no estar al tanto del proceso de regularización, por la lejanía de las oficinas destinadas al efecto -situada a más de 80 kilómetros de las comunidades-, por el consiguiente aislamiento huilliche», por el secretismo con el que se desarrolló este proceso, o bien por todas las anteriores, las comunidades huilliche no concurrieron a presentar sus documentos, lo cual generó las condiciones para para su posterior apropiación por particulares, disfrazando con un ropaje legal un proceso fraudulento, llevado a cabo a través de una serie de argucias y engañosos mecanismos, para lo cual se contó con el actuar cómplice de las autoridades chilenas asentadas en la capital de la Isla Grande», señala el texto del historiador Martín Correa Cabrera.