
José Antiñir transmite tranquilidad. Reposado, observador, experimentado, mide cada respuesta. Se muestra preocupado por el futuro del Wallmapu y de su gente, “mapuche y no mapuche”, según recalca, porque “habitamos todas la misma tierra”, pero se declara confiado en que “Küme Ülmen es el camino para salir de la pobreza y alcanzar la paz social”.
El Gvlmen de la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche (algo parecido a un ministro de Hacienda), profundiza en esta entrevista en el proyecto que encabeza y evita referirse a “críticas que vienen de gremios que no han hecho nada por sus asociados, que no tienen propuestas para salir de la crisis y que hablan desde los prejuicios y los complejos”.
¿Qué es la Corporación Kume Ulmen y cuál es su misión?
La Corporación Kume Ulmen es una entidad cuya creación fue motivada e impulsada por autoridades ancestrales mapuche de distintos territorios del Gulumapu, inspirada en los logros de los pueblos maoríes de Nueva Zelandia. Su misión es gestionar de manera sustentable la riqueza de la tierra y del agua, promoviendo un modelo productivo que genere abundancia y paz social para todos los habitantes de las regiones del sur de Chile, mapuche y no mapuche.
¿Cuáles son los principales problemas que Kume Ulmen busca resolver?
Buscamos abordar la crisis alimentaria y la falta de apoyo a las comunidades mapuche en la administración de tierras. Además, este proyecto implica un cambio de paradigma respecto de cómo abordamos la lucha contra la pobreza, que nos afecta a todos, no solo a los mapuche, también afecta a los no mapuche. Insisto en eso porque acá no hay distinciones. Todos habitamos la misma tierra y debemos hacerlo en armonía y en paz.
En cuanto a la restitución de tierras, las comunidades han recibido terrenos, pero no cuentan con el capital para invertir ni para trabajar. Tampoco reciben la asistencia técnica necesaria, lo que ha limitado su desarrollo. Kume Ulmen propone una alternativa a este modelo, basada en proyectos productivos y cooperativas agrícolas que permitan a las comunidades no solo administrar sus tierras, sino también alcanzar una seguridad económica a través de la industrialización.
¿Qué papel juegan las comunidades mapuche en este proyecto?
Las comunidades mapuche son el núcleo de Kume Ulmen, pero no son todo. Ellas serán las dueñas de las tierras que adquirirán a través de la CONADI y las pondrán a disposición del proyecto para su industrialización. Con la creación de cooperativas, podrán desarrollar actividades agrícolas que generen riqueza de manera equitativa y sostenible para todos sus miembros.
¿Cómo planean asegurar la sostenibilidad y competitividad del proyecto?
Nuestro modelo de gestión se sostiene sobre técnicas empresariales modernas y profesionales, incluyendo el respaldo de un gobierno corporativo sólido. El lonco apo ulmen, líder de cada proyecto, será una figura clave, responsable de la administración eficiente de los recursos, pero no estará solo, sino que acompañado de profesionales competentes. Si es necesario contratar al gerente de la Coca Cola, lo iremos a buscar. Además, contamos con el soporte de expertos técnicos para optimizar la gestión y la productividad de manera sustentable y posicionar a Kume Ulmen en el mercado global.
No estamos dispuestos a cometer los mismos errores que cometieron otros en el pasado, que reventaron empresas y cooperativas por su incapacidad para hacer las cosas bien, como las hizo Colún, la única cooperativa que sobrevivió.
¿Cuál es la visión de Kume Ulmen sobre la relación entre desarrollo económico y naturaleza?
Kume Ulmen plantea un modelo que integra la producción agrícola con el respeto a la tierra. La extracción de renta desmedida ha implicado que la agricultura la transformamos en minería, dejando campos infértiles, con su capacidad productiva agotada, trayendo consigo pobreza. Así, la juventud se va del campo, no tiene incentivos para trabajar y continuar con la tradición de sus padres y abuelos.Hasta los dueños de los campos prefieren que sus hijos se vayan a estudiar o a buscar una vida lejos de la tierra. Sin juventud no hay futuro, por lo que entre todos debemos buscar la forma de retener a los jóvenes y darle continuidad al trabajo agrícola.
La naturaleza es muy fuerte y todo tiende a volver a su cauce natural. Sin juventud que quiera trabajar los campos, la naturaleza también limitará nuestra capacidad de producir alimentos, ahondando la crisis por la que atraviesa la agricultura y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de nuestra gente, de todos, mapuches o no, porque todos comemos.
¿Cómo espera Kume Ulmen contribuir a la seguridad alimentaria en el país?
Con un enfoque en la producción local y el fortalecimiento de las comunidades agrícolas, Kume Ulmen no solo busca autosuficiencia alimentaria, sino también un impacto positivo en la seguridad alimentaria de todo Chile. Nuestro modelo busca hacer frente a las prácticas abusivas del mercado y evitar la desaparición de agricultores, generando un suministro estable y accesible para la población.
¿De qué manera este proyecto sirve para ayudar a superar la pobreza en el Wallmapu?
El proyecto Kume Ulmen contribuye a superar la pobreza al proporcionar un modelo económico que permite a las comunidades mapuche y a pequeños agricultores convertirse en actores productivos y autosuficientes. Esto se logra a través de varios elementos clave: industrialización y cooperativas; asesoría técnica y financiera; generación de empleos y capacitación; equidad en la distribución de riqueza; seguridad alimentaria y autosuficiencia, en un país dependiente de las importaciones de alimentos; etcétera.
En conjunto, estas iniciativas permiten que las comunidades pasen de ser observadores a actores proactivos en su propio desarrollo, generando ingresos sostenibles y construyendo una base sólida para superar la pobreza, ya veremos en qué plazo.
El principal activo del Wallmapu es su tierra y su capacidad para producir comida. Podemos generar riqueza a través de la producción de alimentos y su industrialización a través de la construcción de fábricas, en un proyecto colectivo organizado desde un modelo cooperativo. Todo esto impulsa los servicios asociados a la agricultura generando trabajo y recursos que van a quedar en la zona y no se irán bajo la forma de dividendos fuera del territorio.
Recientemente hemos visto diferentes reportajes en medios como Deutsche Welle y The Clinic, entre otros, en los que se señala que la compra por CONADI de las tierras de Chilterra es el punto de partida para la ejecución del proyecto.
Así es. Chilterra llegó a ser uno de los productores de leche más importantes del país. Cuenta con infraestructura de primer nivel y con trabajadores capaces de seguir adelante con la producción y con la operación agrícola. El principio del cambio de paradigma está ahí: restitución de tierras con infraestructura, asociada a recursos que permitan desarrollar el trabajo y realizar las inversiones necesarias para ir más allá, como, por ejemplo, construir fábricas de productos lácteos. Por eso hablamos de industrializar.
Contamos con el compromiso de los dueños neozelandeses, de su socio chino y de los accionistas chilenos de Chilterra, de aportar al proyecto los recursos que queden en la empresa después de la liquidación de sus activos y el pago de las deudas y esperamos que los acreedores contribuyan también al proyecto. No existe un mejor escenario para la compra de los campos que el que planteamos nosotros y es justo que en esta operación ganemos todos, sobre todo considerando que este es un camino viable para atacar la pobreza y contribuir a la paz social que todos queremos.