La comunidad de Antilhue, ubicada sobre un cerro a unos 7 km al norte de la ruta que une Lanco y Panguipulli, en la actual región de Los Ríos, sufrió un proceso de despojo de sus tierras mediante una orden de alzamiento que las entregó a dueños extranjeros. Sin embargo, en 2008 iniciaron un reclamo sobre 504 hectáreas que la CONADI restituyó 16 años después. El 30 de octubre de 2024, el Lof de Antilhue, liderado por la familia Antilef Chuequehuala, celebró la devolución de tierras y anunció su primera medida: la mapu será gestionada como una unidad productiva cooperativa. Este mensaje fue compartido en una ceremonia pública ante un centenar de invitados, quienes se unieron al momento de alegría y al simbólico “quitado de tristeza” en el lugar que, hace 140 años, fue obligado a abandonar por sus hijos legítimos, el pueblo mapuche.
El evento estuvo marcado por el simbolismo y el encuentro, tanto con la tierra como con las instituciones participantes. Durante las alocuciones, se reconoció a personas y organizaciones que contribuyeron a la acción de justicia restitutiva. “Fuimos parte de la formación de la organización Kiñe Rakizuam, una entidad que agrupa a los territorios en conflicto por la tenencia de la tierra en la región de Los Ríos”, explicó Patricio Castro, werkén de la comunidad de Antilhue.
Restitución de memoria y territorio
Patricio Castro señaló que la recuperación de tierras es más que una necesidad; es un acto que beneficia a las familias, la mapu y el pueblo mapuche en su conjunto. Cada metro recuperado contribuye a salvaguardar la soberanía territorial: “Se restituyen tierras usurpadas por el estado de Chile y luego entregadas a extranjeros, ambos responsables de la situación actual entre mapuche y colonos”. Víctor Antilef, también werkén, destacó que el individualismo ha causado estragos, incrementando la pobreza en la comunidad: “La subdivisión de tierras en los años 80 con títulos individuales destruyó una forma de convivencia que ahora queremos recuperar. En nosotros persiste la memoria y la experiencia de vivir colectivamente en los espacios naturales”.
La economía mapuche está orientada a fomentar relaciones pacíficas y justas, un principio sustentado en la historia anterior a la ocupación del territorio. El werkén Patricio Castro planteó: “Debemos producir de forma que beneficie a nuestras familias y también a las comunidades cercanas, contribuyendo a resolver la crisis alimentaria”. Víctor Antilef añadió “antes de recuperar las tierras, ya se imaginaban cómo las usarían colectivamente para fomentar la sostenibilidad del territorio Antilhue Mapu”.
Volver al origen para aplicar lo moderno
El extractivismo, como modelo de explotación, no sólo ha empobrecido la tierra, sino que ha instalado un modo de vida que promueve el conflicto y la tristeza. En Antilhue, han decidido optar por un modelo económico agroecológico que mejore la calidad de los alimentos y aproveche las tecnologías para el beneficio de sus familias y de su pueblo. “Recordamos cómo vivieron nuestros abuelos, quienes tenían una relación colectiva con los recursos naturales”, mencionó Antilef, añadiendo que el regreso a estos valores es esencial para el desarrollo de un modelo económico comunitario y sustentable.
En su intervención, el Gvlmen José Antiñir, del fundo Huite en Paillako, donde se protegen más de 3 mil hectáreas productivas, invitó a la comunidad de Antilhue a integrarse en la organización cooperativa. “Trabajar la tierra en comunidad es la clave para derrotar la pobreza”, afirmó, resaltando la importancia del cooperativismo para proteger los recursos y evitar la intervención extranjera.
El kamarikun requiere riquezas
El individualismo se ha convertido en un concepto mal interpretado en la comunidad. Víctor Antilef reflexionó: “Nosotros vivimos de nuestros animales y las siembras, que forman parte de nuestro sustento espiritual y colectivo. La pobreza, para nosotros, no es solo material; también es espiritual. Valoramos a quien posee fortaleza espiritual, conocimiento y habilidades para el bien colectivo. Eso lo tenían nuestros ancestros, y debemos rescatarlo”.
Antilef subrayó la importancia de los ritos ancestrales como el kamarikun, para los cuales se necesitan semillas(ketran), animales (Kullin) y otros recursos que se deben generar en el territorio. La recuperación de este espacio permitirá un manejo colectivo de los bienes, bajo los principios de vida mapuche transmitidos por los ancestros. Desde la corporación Küme Ülmen, José Antiñir dejó un mensaje contundente: “Si no somos capaces de unirnos, seguiremos en la pobreza del individualismo y limitados en el avance de nuestro pueblo. Felicito a la comunidad de Antilhue por su perseverancia y el desafío que ahora enfrenta: trabajar en sociedad con la Ñuke Mapu, protegiendo sus riquezas y administrando sus abundancias”.
Por Raigan Nawel