A pesar de los innumerables intentos por suavizar el significado del 12 de octubre, fecha que marca el inicio de la invasión de los imperios europeos a Wallontumapu (América), lo que realmente prevalece es el legado de pobreza, saqueos y matanzas. Desde la llegada de Colón a las Islas Guanahaní en 1492, los efectos devastadores de la colonización siguen presentes.
Las expediciones al sur, que llegaron 49 años después al actual Santiago, encontraron resistencia desde el primer momento. El 11 de septiembre de 1541, el toqui Michilalonko lideró la quema de la ciudad fundada por los colonizadores, anticipando los más de 300 años de guerra que vendrían. Hoy, los mapuche siguen enfrentando una lucha continua, ahora contra los arrogantes Estados de Chile y Argentina, que insisten en imponer su autoridad sobre territorios ancestrales. A pesar de los repetidos llamados a la paz por parte de la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche, las respuestas han sido intromisiones y la perpetuación del control ajeno.
La ocupación por parte de Chile y Argentina
Tanto Chile como Argentina siguen aplicando políticas de ocupación. Las campañas militares históricas como la «Pacificación de la Araucanía» y la «Campaña del Desierto» dejaron profundas cicatrices, y los actuales presidentes Gabriel Boric y Javier Milei no han roto con ese legado. Boric mantiene militarizada la ocupación de Ngulumapu, mientras que Milei ha anulado acuerdos previos con comunidades mapuche en tierras del Parque Nacional Nahuel Huapi, alegando que «Argentina no negocia con terroristas».
En Chile, la ministra Carolina Tohá defiende la aprobación de una nueva versión de la ley antiterrorista, una herramienta históricamente usada para justificar la ocupación de Wallmapu. Mientras tanto, el gobierno chileno ha creado una «Comisión de Paz y Entendimiento» para buscar la validación de su política de integración en la región. Sin embargo, los propios mapuche han dejado claro que, sin la aprobación de la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche, todo intento de diálogo será considerado una intromisión forzosa.
Saqueo y abuso económico
En el ámbito económico, la situación es igual de alarmante. Las políticas actuales continúan favoreciendo a empresas y políticos que agravan la crisis en Wallmapu. Según Camilo Guzmán, vocero de Agricultores Unidos, «la distorsión de los mercados agrícolas ha perjudicado a nuestros agricultores, atrapados en un sistema lleno de abusos». Este abuso de poder no solo afecta la economía, sino que profundiza las brechas de pobreza y desigualdad.
Andrés Liempi, sindicalista mapuche, resalta la constante lucha en sus tierras: “Chile y Argentina no han sabido administrar nuestras tierras, mientras las riquezas se van a empresas extranjeras y nosotros recibimos migajas. Enfrentamos una lucha constante en nuestros territorios y trabajos, y la inmigración ha empeorado nuestras posibilidades de exigir justicia».
Extractivismo y saqueo
El saqueo de los recursos en Wallmapu continúa bajo la forma de extractivismo. Empresas extranjeras, como la española Iberdrola, han invertido miles de millones en la explotación energética, mientras que bancos como Santander y Rabobank han intentado apropiarse de tierras mapuche mediante el land grabbing, buscando maximizar sus beneficios a expensas de la población local.
El Gülmen José Antiñir, desde Paillako, denuncia que estos bancos «han intentado quitarnos las tierras para hacer sus negocios y aplicar su plan mundial». Esta situación ha obligado a la comunidad mapuche a tomar medidas para proteger sus tierras y crear sus propias industrias que beneficien directamente a su gente.
Resistencia y consistencia
Frente a esta situación, el pueblo mapuche ha fortalecido su organización. La Autoridad Nacional Ancestral Mapuche se ha comprometido a tomar el control productivo de las tierras, instalando industrias propias que contrarresten el abuso y protejan sus recursos. «No permitiremos que los fondos de inversión hagan lo que quieran en nuestras tierras», asegura el Gülmen José Antiñir.
A pesar de los desafíos, los mapuche siguen ofreciendo su fuerza de trabajo y su compromiso por convivir en paz y progreso, pero exigen respeto a sus normas y derechos. «Tenemos lo necesario para vivir bien y en paz. Podemos progresar, convivir de manera armónica, pero debemos regular nuestros comportamientos y trabajar con disciplina y compromiso», añade Andres Liempi desde territorio Nagche.
Así, la Nación Mapuche enfrenta otro aniversario del 12 de octubre, una fecha que tanto en Chile como en Argentina se intenta disimular con frases como «encuentro de dos mundos» o «día de la diversidad cultural». Pero para los mapuche, esta fecha marca el inicio de un saqueo que continúa hasta el día de hoy. Sin embargo, la resistencia sigue viva, y la Nación Mapuche ha comenzado a implementar sus propias normativas para proteger las riquezas y administrar las abundancias en sociedad con la Ñuke Mapu.
Por Raigan Nawel