Por Arnau Estanyol
Vengo desde un pasado imaginario, plasmado en una obra literaria genial que asumo por vosotros todos conocida, a saludar la invitación que me han hecho para escribir en este medio nuevo y emergente. Saludo hoy, desde la antigua tierra de Cataluña, a waiwentv.net y al pueblo mapuche, un pueblo que, al igual que el nuestro, ha sufrido en algún momento de su historia, el peso de la opresión, la injusticia y el olvido, pero que también ha resistido con valor, manteniendo viva su identidad, su lengua, y su cultura en medio de las tormentas más oscuras.
Hablar de libertad es hablar de un derecho inalienable, uno que no puede ser dado ni quitado por ningún poder externo. La libertad es el estado natural del ser humano y de los pueblos, y cualquier intento de subyugarla es una violación directa de la esencia misma de la humanidad. Los pueblos, como el catalán y el mapuche, han resistido durante siglos para mantener su derecho a ser libres, a ser respetados y a vivir con la autonomía que les corresponde.
La cultura es la sangre que corre por las venas de un pueblo. Es el conjunto de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y todas aquellas capacidades y hábitos adquiridos por las personas que forman parte de una sociedad. La cultura es el alma colectiva, una expresión viva que se manifiesta en la lengua, en las tradiciones, en la relación con la naturaleza y en la espiritualidad. Para el pueblo mapuche, la Ñuke Mapu es más que un recurso, es un ser vivo, digno de respeto y cuidado, un concepto que resuena profundamente en los corazones de aquellos que, como los catalanes, han mantenido un vínculo íntimo con su tierra y su entorno.
La autonomía no es solo un derecho, sino una necesidad para la supervivencia cultural. La capacidad de un pueblo para autogobernarse, para tomar decisiones en función de sus valores y necesidades, es fundamental para preservar su identidad y para garantizar el bienestar de sus futuras generaciones. Autonomía significa que no son las grandes ciudades ni los centros de poder quienes dictan las normas, sino que es el propio pueblo, desde sus comunidades, quien decide cómo vivir, cómo relacionarse, cómo proteger su cultura y su territorio. Todo, ciertamente, en un marco de respeto y equilibrio, dentro del Estado que cobija a nuestros pueblos.
En Cataluña, sabemos lo que es luchar por la autonomía, por el reconocimiento de nuestra lengua y nuestras costumbres. Sabemos lo que es enfrentarse a la incomprensión y a la marginación, pero también sabemos que la resistencia, cuando está enraizada en la justicia y en la verdad, es imparable. Desde aquí, miramos con admiración al pueblo mapuche, un pueblo que ha resistido con dignidad, que ha mantenido viva su cultura a pesar de siglos de colonización y represión.
Hoy, en un mundo globalizado, la lucha por la autonomía de los pueblos adquiere una nueva dimensión. Es una lucha que no solo se da en los campos y en las montañas, sino también en el terreno de las ideas, de la comunicación, y del reconocimiento internacional. Es imperativo que los pueblos que comparten este anhelo de libertad y respeto mutuo se apoyen unos a otros, reconociendo en sus luchas un reflejo de la propia.
Saludo al pueblo mapuche, a su cultura rica y profunda. Desde Cataluña, un rincón del mundo donde también sabemos de resistencias y de esperanzas, les enviamos nuestra solidaridad y nuestro respeto. Que la Ñuke Mapu los guíe y los proteja en su camino, y que la libertad, la más sagrada de todas las aspiraciones humanas, sea el faro que ilumine vuestro porvenir.
Visca el poble mapuche! Visca la llibertat!